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Ahora Elsa observa de cerca el objeto rectangular, lo rodea, lo estudia. Es uno grande, completamente negro, de tapas gruesas y percudidas, a juzgar por el metal de las bisagras, debe de pesar una tonelada. Sobre la cubierta, un emblema con lo que parece ser la punta de una pluma y la empuñadura de una espada. Más abajo, en tipografía blanca reza:
“La Sociedad de los poetas de la Noche”
Se arriesga y toca la vitrina. Ésta se rompe como una burbuja de jabón cúbica, y la niña da un paso atrás, boquiabierta.
-Perdón, no quise romperla…
-Está bien, no hay de que preocuparse querida. Yo vuelvo cuando termines con la lectura, sentite libre de transcribir todo lo que creas o sospeches conveniente.
-Gracias.
-De nada. Acá te dejo el farol, yo no lo necesito, me se de memoria el camino.
CONTINÚA PRÓXIMAMENTE…