<Leer la entrada anterior Leer la entrada siguiente>
Con cautela, rodeada por un aura de inseguridad sobrenatural, la pequeña saltamentes se acerca más a la cabina. En puntas de pie, pero sin atreverse a tocar la carroza, mira hacia el interior. Lo que ve le llena de espanto, la retrotrae automáticamente.
-¿Es hora… de empezar a copiar más rápido…, mi querida Elsa?- pregunta la Escriba, desde atrás.
-Sí, sí, es hora- responde. Lo que los ojos le han mostrado a la mente le apaga un poco la voz. Camina hacia atrás, se aleja de la carroza fúnebre y ésta reanuda su recorrido, atraviesa la sala y desaparece por el túnel en el otro extremo.
-Se fue…
-¿Qué cosa? -inquiere la anciana con sincero desconcierto.
-¡La carroza!
-¿…carroza?
CONTINÚA PRÓXIMAMENTE…