Le punzaron los ojos. El aire que llenó sus pulmones era más puro, con aromas extranjeros y hermosos nuevos sonidos. Ante ella se extendía un terreno más grande que cualquiera de los que existía en su tierra natal. Cientos, tal vez miles de kilómetros. La hierba verde-amarillenta lo cubría absolutamente todo hasta donde la vista le alcanzaba. Unas curiosas criaturas voladoras le llamaron poderosamente la atención, iban de aquí para allá saltando y llevando pajillas.
Quedó anonadada por la inmensidad del firmamento azul profundo y cegada por la fuerte luz solar, a la que se acostumbró en varios minutos. Tanta luz… Era verdad, la otra existencia se encontraba ahí, lejos de ser leyenda. Los ancianos no mentían.
Ruido. Lo percibió a lo lejos con cierta debilidad, luego se intensificó gradualmente, algo nuevo para Ninfania se acercó y no tenía nada que ver con las criaturas saltarinas. Lo pudo ver moverse por sobre los altos pastos a una velocidad inquietante. Se trataba de una cosa grande y escandalosa. Parecida a los gigantescos hacedores de luz de Abajo. Pero, ¿quién sabe? ¿Y si eso tenía vida?
La cosa se encaminó directo a Ninfania. Ella, curiosa e intentando ser lo más amable posible con los habitantes del nuevo mundo, saludó riendo a la mole de color roja.
El ser no respondió, se limitó a proseguir su camino. Pisoteó los grandes pastizales y pasó sobre el delicado cuerpo de Ninfania, quien no tuvo tiempo de emitir siquiera un lamento final.
Ricardo sintió un brusco movimiento anormal de la cosechadora y enseguida cortó la ignición. La maquinaria escupió unas cuantas quejas y se detuvo.
“¡Mierda!, algo se trabó en las cuchillas otra vez…” pensó indignado. Bajó de la cabina. Fue abriéndose paso en el maizal hasta la parte delantera del aparato.
Vomitó varias veces al ver aquella monstruosidad entre las aspas. Llamó a su jefe por celular, sin dejar de contemplar los largos brazos lechosos, llenos de nauseabundas manchas negras. Larga y puntiaguda la cola escamada…
Estaba muerta, esa cosa estaba muerta, el hecho lo tranquilizó.
FIN
“Los niños de abajo”, cuento escrito en 1995, publicado por primera vez en la revista Axxón Ciencia ficción, el 6 de mayo de 2010.